Cierto zorro mañoso se burlaba de los
demás, porque siempre le veía los defectos de sus compañeros. Además, se
consideraba el más listo de todos los animales. A Don Gavilán le
decía: “Esas garras que tienen solo sirven para lastimar”, y por eso
nadie te quiere. Además se encargó de decirles a todos en el bosque que
Gavilán era un mal amigo.
De Doña
Iguana se mofaba porque ella tenía la piel verde. Incluso un día
mientras ella dormía le pintó la legua de verde. La pobre no pudo comer
por varios días. Don Conejo ya no hacía tratos con él, pues siempre le
mentía y s quedaba con el dinero. Luego reía de él contándoles a todos
que Don Conejo era muy tonto en confiar en los demás.
Pero del que más se burlaba era del
Ratón de campo, pues decía que era débil, pequeño y muy miedoso. En
cierta ocasión casi lo mata de un susto. Y tal fue el espanto de Don
Ratón que Zorro se rió por varias semanas. Sucede que una vez Don Zorro
caminaba por el bosque cuando vio un pollito.
Lo que él no sabía era que el pollito
era de hule. Cuando lo agarró: ¡Pum! Cayó la jaula de bambú; y por más
esfuerzos que hizo no pudo escapar. Zorro se llenó se miedo, pues sabía
que los hombres lo andaban buscando para matarlo Allí, en la prisión,
reflexionó en las virtudes de los demás:
“El Gavilán podría levantar la jaula con
sus fuertes garras; la Iguana podría buscar ayuda corriendo de un árbol
a otro; y Conejo, podría hacer un túnel para fugarse”.
Al instante, llegó Don Ratón que sin
pensarlo dos veces comenzó a roer el bambú y antes que llegaran lo
humanos pudo escapar.
“Gracias, muchas gracias Ratón”, le
dijo. “Pero ¿Por qué lo hizo si yo siempre lo trato muy mal?” Ratón de
campo le respondió: “Todos tenemos defectos, pero también grandes
cualidades con las cuales todos debemos ayudamos los unos a los todos”
Desde ese día, ambos fueron los mejores
amigos de todos en el bosque.
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